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Nuestro símbolo carnavalesco, el Ravachol

La antigua botica de Don Perfecto Feijoo, gaitero conocido por la fundación ”Coro Aires d'a Terra” de gran resonancia en España y América, era centro de reuniones políticas, musicales y de actualidad. Se encontraba situada en la plaza de la Peregrina.

Esta farmacia era famosa por su loro, Ravachol.

Ravachol era un loro parlanchín y entrometido que repetía lo que escuchaba, a veces, usando palabras nada acordes con el ambiente de una botica. El loro sabía de todo, pues las personas que pasaban por la farmacia siempre tenían algo que decirle, y sin que nadie se lo esperase, lanzaba un saludo, una broma o incluso un insulto.



Cuando D. Perfecto dejaba sola la farmacia, bien para subir a su domicilio o charlar con los amigos en la calle, el loro quedaba a cargo de la tienda, y cada vez que entraba alguien a comprar, este silbaba agudamente o llamaba al boticario por su nombre: “¡Don Perfecto! ¡Don Perfectiño! ¡Xente na tenda!”


Tampoco le faltaban algún obsequio que otro, pues de vez en cuando le daban golosinas o caramelos. Si no lo hacían, el loro los deleitaba con el acostumbrado “¡Si collo a vara!” o “¡Vaite de ahí, lambón!”


Todas estas hazañas hacían al loro más conocido y querido, y llegados el día de su muerte, el 8 de marzo de 1913, coincidiendo en carnavales, un grupo de humoristas pasearon su recuerdo por las calles. También los amigos y conocidos quisieron significar de alguna manera su muerte. La botica se llenó de flores, cartas y tarjetas, y todo por recordar al vecino más alborotador de Pontevedra: el Ravachol.


El miércoles de ceniza, por la noche, se hizo una gran cabalgata dedicada a Ravachol. Millares de personas abarrotaron las calles de Pontevedra. Empezaron la marcha doce jinetes con farolas, seguidos por bandas de música, comparsas, grupos de máscaras y carruajes, que habían asistido a las fiestas carnavalescas. Para terminar la noche el coro formado por los elementos de “Aires d'a Terra” y del orfeón de la Sociedad Artística, entonaron un canto de despedida a Ravachol.


El loro fue enterrado entre mirtos y camelias en <<El Padronelo>>, la finca de D. Perfecto que se situaba en las alturas de Mourente, bajo una lápida, puesta por amigos y vecinos con la siguiente inscripción:

Aquí, con lenguaje vario,

gracioso, breve y mordaz,

regocijó al vecindario

el loro del boticario

¡que hoy duerme en la eterna paz!

¡Que inmortalice esta losa

su nombre bien mereció

quien nuestra vida alegró!

¡Cuánto gran hombre reposa

que otro tanto no logró!

Labarta Pose

Actualmente se sigue recordando a este símbolo pontevedrés todos los años para finalizar el carnaval. La ciudad de Pontevedra se viste negro y llora por el Ravachol durante un desfile que acaba en la plaza de la Herrería con una gran hoguera donde es quemada la enorme escultura, que representa a este divertido y carismático animal.

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